Parecía ir sin rumbo, desorientado, sin mirar atrás. El miedo es el peor aliado cuando se trata de pensar con claridad, así que el chico se detuvo en un callejón. Aún escuchaba los disparos de aquellos ciudadanos fuera de sí, “¡Ya tenemos otro!”. Pasaron de largo el callejón, el chico se había escondido entre cartones y periódicos viejos. Lo último que pudo escuchar fue un “¡Alto!” y a continuación, teniendo en cuenta en el estado que se encontraban los cazadores, un inevitable “¡Disparen!”. La “revuelta” se había sofocado, al menos por el momento.
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